Por Raúl Hernández Viveros
El 28
de Julio falleció Gerardo Cornejo Murrieta (1937-2014). Uno de los mejores
escritores del norte de México, en donde fundó El Colegio de Sonora,
institución de la cual fue rector. En 2009 se publicaron dos tomos de su obra
reunida “Como temiendo el olvido”, con prólogo de Vicente Francisco Torres. En
2011 apareció la traducción de su novela “La sierra e il vento”, que viajó a
presentar en diferentes ciudades italianas. Colaboró en las páginas de la
revista Cultura de VeracruZ, y está
incluido en la antología “Narradores de México y Veracruz”, que próximamente
dará a conocer el Instituto Veracruzano de Cultura.
Impartió conferencias en la capital
veracruzana, particularmente en el Instituto de Antropología de la Universidad
Veracruzana, también en el Colegio Preparatorio de Xalapa disertó sobre el
lanzamiento en Italia de su libro “La sierra y el viento”, que tuvo siete
ediciones en Conaculta. Su muerte me deja inmerso en un mar de tristeza por tratarse
de un cercano amigo y colega de las letras nacionales.
Durante
varias ocasiones conversamos sobre nuestros proyectos literarios y todavía tuvo
oportunidad de leer mi libro “El carnaval de Venecia”, y escribió un prólogo de
mis trabajos narrativos. Con estas breves líneas lo recuerdo siempre atento al
compromiso de la creación literaria. Por lo cual, adjunto uno de los últimos
textos narrativos que me envió hace un año, y para recordar a Gerardo Cornejo
lo ofrecemos en esta ocasión.
LA FECUNDIDAD DEL INSOMNIO
Por Gerardo Cornejo
-¿Cómo? –Me pregunto- ¿Cómo es posible
que siendo un insomne inmedicable, sea, al mismo tiempo,
un “soñante” irrefrenable? ¡Sí, si que parece un contrasentido porque!….
porque sucede que siempre que duermo, sueño.
No recuerdo haber dormido nunca sin soñar. Sueño durante el “hypnón” profundo
de la alta noche; durante el “somnus” soporífero de la siesta; durante el
“somnium” ligero de la cabeceada involuntaria e inoportuna. Pero……
pero mi sueño
sabe muy bien que al otro lado, tiene siempre una vigilia agazapada, vigilante,
gemela y espejada: EL INSOMNIO. Y los dos parecen habitarme como hermanos que
no pueden eludirse mutuamente. Por eso, ahora que me ha dado por escribir sobre
uno de ellos (el sueño) no tengo mas remedio que atender al otro (el
insomnio).Y, claro, al contrario de los sueños, este no es considerado como un
don, sino como una dolencia; no como una evocación inefable sino como un
padecimiento medicable, como un temible adversario del descanso, como una
vigilia indeseada y consumiente porque….. porque como dice Ciorán: “el insomnio
me seca las venas y me quita la poca substancia que me queda en los huesos.
Horas y horas dando vueltas en la cama sin esperanza alguna de perder por fin
el conocimiento, de desvanecerme en el sueño. Es un auténtico saqueo del cuerpo
y del espíritu”.
Y los
que lo padecemos
de manera crónica,
no podemos mas
que estar de acuerdo con él porque….
porque el insomnio es además de todo eso, traicionero y alevoso ya que ataca precisamente
cuando: Cuando uno tiene que emprender un viaje albéro al día siguiente, Cuando
uno tiene que levantarse temprano para acudir a un compromiso ineludible,
Cuando….. cuando más se necesita de descanso y energía. Es decir, cuando más
puede fastidiarte la noche y podrirte el siguiente día. Pero….
pero últimamente
he aprendido (tenido que aprender) a aceptarlo como algo impredecible, algo
inmune a los viejos remedios tradicionales y he terminado por no nutrirlo con
mi oponencia, por no permitirle que me exaspere, por no dejarlo que me enerve y
por seguirle la corriente, amigarme con él y aprovecharlo para mis fines. Y,…..
y lo he aceptado como una maldición que puede ser fecunda. Porque resulta que
ahora, cuando lo siento llegar (y miren que lo conozco) ya no me quedo en la
cama a revolverme hasta la desesperación, sino que me levanto, me instalo
frente a un libro deliberadamente aburrido (y en este caso Proust y Joyce son
muy efectivos) me armo de papel y pluma, abro mi volumen de practica de lengua
griega demótica, me apresto a la meditación y….. y me sirvo una taza de leche
tibia con un piquete de ron añejo. Y, ¡¡ándale cabrón, en lugar de que me jodas
la noche, te voy a prender por el cogote y te voy a obligar a parir cosas
inútiles y bellas!!. Así que…..
que es de esta manera como he podido hacerlo trabajar para mi
beneficio y forzarlo a producir textos desvelados, a disfrutar lecturas
trasnochadas, a palabrear en griego katharévusa
con el hijo de Sofronisco y a divagar, divagar libremente por los territorios
siderales hasta: HASTA QUEDARNOS, AMBOS, DORMIDOS.
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