martes, 4 de septiembre de 2012

El Renacimiento en la Nueva España

Por Raúl Hernández Viveros


Entre los humanistas que impulsaron el impacto del Renacimiento en la Nueva España, destacó Rafael Landívar (Guatemala, 1731-Italia, 1793); quien, aunque nacido en Guatemala, se educó y vivió en México. Fue autor de la célebre Rusticatio Mexicana. Recordó su lugar de nacimiento con bastante nostalgia: “Tú el encanto y origen de mi vida. / A ¡Cuánto, tierra bendita, se regala /  el ánimo evocando de tu suelo / las prendas todas, de natura gala! / Me acuerdo de tu clima y de tu cielo, / a tus fuentes me asomo, y se pasea / por tus henchidas calles  / A ¡ay! mi anhelo. / En tus templos mi vista se recrea…”
Agustín Castro, (1728-1790) notable orador; encargado de la imprenta de San Ildefonso, tradujo y difundió el Novum Organum, de Bacon.  Francisco Javier Lazcano. (1712-1767), nació en Puebla de los Ángeles, el 22 de octubre de 1702. Estudió humanidades y filosofía en el Colegio Carolino, bachiller en artes; ingresó en la Compañía de Jesús el 22 de octubre de 1717, cursó estudios eclesiásticos en el seminario de Tepozotlán. Docente en el colegio de San Pedro y San Pablo de México, en el de San Ildefonso de Puebla, y teología en el Colegio Máximo. Falleció en la capital mexicana el 13 de mayo de 1762.
Diego José Abad, nació en la Hacienda de La Lagunita, Jiquilpan, el 1 de junio de 1727, y falleció el 30 de septiembre de 1779, teólogo, poeta y escritor mexicano. Estudió filosofía en el Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México. Ingresó en la Compañía de Jesús, el 24 de julio de 1741. Fue director del Colegio de Querétaro.
Fueron algunos intelectuales y poetas humanistas, miembros de la Compañía de Jesús. Se  construyeron una treintena de hermosos edificios. Este Renacimiento se derrumbó a la mitad del siglo XVIII. Los Borbones de Portugal, España y Francia desterraron de sus dominios en el Nuevo Mundo a los jesuitas. Carlos III, por conducto del Virrey marqués de Croix, los desterró; embarcándolos en Veracruz en 25 de junio de 1767 rumbo a Italia. La mayoría de los expulsados sobrevivieron bajo la pobreza en Bolonia, y otras ciudades italianas, pero lejos de México escribieron algunas de sus aportaciones intelectuales.  
Ignacio Osorio Romero, en su libro Colegios y profesores jesuitas que enseñaron latín en la Nueva España (1572-1767), destacó que: “Así terminaron  195 años de intenso  trabajo en Nueva España durante los cuales los hijos de San Ignacio  se convirtieron en los educadores de los criollos, la capa dirigente colonial; en cristianizadotes de las extensas provincias del noroeste de México; atesoraron grandes riquezas urbanas y rurales y devinieron en la orden más importante en el campo intelectual y material durante la época colonial.”
También señaló que: “En total, los jesuitas tuvieron en el territorio de la Nueva España, Chiapas, y Yucatán 30 colegios, 3 casas, un hospicio y 102 misiones. Su sistema educativo comprendía las escuelas de las primeras letras para indios y criollos…” Cuando los jesuitas llegaron a la ciudad de Puebla fundaron varios colegios de enseñanza. Uno de ellos fue el del Espíritu Santo.
Anexo a estos edificios se encontraba el Colegio Civil. La construcción abarcó tres grandes patios de diversas dimensiones, destaca el más antiguo, llamado El Carolino, donde sobresalen los salones conocidos como El Paraninfo, el salón de actos del antiguo colegio que conserva una bella sillería de marquetería, y el Barroco, donde estuviera la antigua capilla doméstica del colegio, que conserva las bellas yeserías del techo realizadas en la segunda mitad del siglo XVII. Desde 1825 forma parte del patrimonio nacional, y en 1937 se convirtió en la sede de la Universidad Autónoma.



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