jueves, 17 de mayo de 2012

Los primeros historiadores de México
Por Raúl Hernández Viveros

Frente al deslumbramiento por el descubrimiento del Nuevo Mundo, los vencedores del imperio Azteca, dieron el inicio a sus crónicas y memorias de episodios comparados con las luchas contra los infieles durante la dominación árabe en el reino de España. Al mismo tiempo para legitimar el colonialismo recurrieron a los escribanos que certificaban el despojo de las tierras donde habitaban los grupos indígenas.
            Por otra parte, existió la necesidad de ofrecer descripciones que a veces fueron superadas por la fantasía, para impresionar a los reyes católicos y a los representantes del Vaticano. Sin embargo, hubo un intento por recuperar la historia antigua de los mexicanos que antes fue totalmente destruida por haber sido considerada como mensajes diabólicos de adoraciones hacia divinidades profanas.
            Entre la imaginación y la realidad, los primeros historiadores reinventaron algunos pasajes de la vida cotidiana y el ambiente de la utopía y los dogmas religiosos prehispánicos. Hay que mencionar a Juan Suárez de Peralta, quien nació en la ciudad de México entre 1535 a 1540; compañero de Martín Cortés. Autor de “Libro de alveitería”,  “El tratado de la caballería de la jineta y  brida”, y el “Tratado del descubrimiento de los indios y su conquista”, los cuales aparecieron hasta 1878, y fue cuando se dio a conocer  la conspiración del segundo marqués del Valle, hijo de Hernán Cortés.
            También Fray Toribio de Benavente o Motolinia, quien nació en Benavente, España,  y existen dudas sobre las fechas de nacimiento y muerte: ¿1482?–Ciudad de México, ¿1569?   Reconocido como defensor de los derechos de los indígenas. Edmundo O’ Gorman advirtió que su “Historia de los Indios de la Nueva España”, no fue escrita por dicho autor de lo que se conoce por los “memoriales”, y el libro original desapareció. En cambio,  Bernardino de Sahagún, quien nació en  Sahagún, León, España, y murió en 1499, Ciudad de México, el 5 de febrero de 1590. Escribió en náhuatl y español, logró recuperar los pilares de la historia del México antiguo. Sus recopilaciones permitieron obtener información fundamental sobre las costumbres y tradiciones aztecas, en las páginas de su “Historia General de las cosas en la Nueva España
Jerónimo de Mendieta, 1525-1604, autor de la “Historia eclesiástica indiana”, elaboró la crónica de la evangelización del Virreinato de la Nueva España, que esperó tres siglos en publicarse. Diego Durán, Sevilla, 1537–1588, conocido como fray Diego Durán, recogió importantes testimonios que le narraron los indios de México. José de Acosta, 1540 –1600,   autor de La “Historia natural y moral de las Indias”. Fue el primero en señalar  que los primeros hombres habrían cruzado a América a través de Siberia.
Juan de Torquemada, 1388-1468; escribió “Los veintiún libros rituales y Monarquía Indiana”, trascendental obra histórica, en la cual describe la fundación de las provincias de San Francisco y también las biografías de sus misioneros. Aclaró que “ya tengo dicho en muchas partes de estos libros, cómo los que han escrito del origen de estas gentes,  no se ha preocupado que más que de dar noticia de cómo estos últimos mexicanos vinieron”. Investigó en los códices y a través de la transmisión oral obtuvo valiosas aportaciones históricas.

La educación en la Nueva España
La primera escuela fundada en América fue la de Texcoco, en 1523, gracias al impulso del Fray Pedro de Gante, familiar de Carlos V. El historiador Joaquín García Icazbalceta, quien nació en la Ciudad de México el 21 de agosto de 1825, falleció el 26 de noviembre de 1894. Historiador, escritor, filólogo, bibliógrafo y editor mexicano
En 1875, fue miembro fundador de la Academia Mexicana de la Lengua. Señaló que: "causa verdadera admiración los gigantescos esfuerzos de aquel lego inmortal que sin más recursos que su indomable energía, hija de su ardiente caridad, levantaba de cimientos y sostenía por tantos años una magnífica Iglesia, un Hospital y un gran establecimiento (se trataba del San Francisco de México) que era al mismo tiempo escuela de primeras letras, colegio de instrucción superior y de propaganda, academia de bellas artes y escuela de oficios: un centro en fin, de civilización".
Posteriormente, Sebastián, Ramírez de Fuenleal quien nació en Villaescusa de Haro, c. 1490 y murió en  Valladolid, el 22 de enero de 1547, fue un noble, religioso, político y jurista español que ejerció los cargos de obispo de Santo Domingo y presidente de su Real Audiencia (1527-1531), presidente de la Real Audiencia de México y último gobernante previrreinal de Nueva España (1530-1535).
Fue el fundador del Colegio de Santa Cruz de Tla1telolco, para indios nobles, en 1533, y hubo allí maestros de la talla de Bernardino de Sahagún,          Arnoldo de Basancio, de Juan de Gaona y de Juan Focher de la Universidad de París. Egresaron de este importante centro de estudios prehispánicos de las culturas y lenguas indígenas, importantes alumnos que más tarde llegaron a ser gobernadores o alcaldes de pueblos y maestros de indios y aun de españoles.
Joaquín García Icazbalceta advirtió que "De este modo la raza indígena daba maestros a la española; hecho histórico digno de meditación". Por otra parte, los colegios para mestizos de San Juan de Letrán (1547) y de Niñas (1548) fundados por Zumárraga y Mendoza; y en las provincias se instalaron diversos centros de estudios. Por ejemplo, los Colegios provincianos el de Tiripetío (1540), por Fray Alonso de la Veracruz; el de San Nicolás de Pátzcuaro, más tarde trasladado a Valladolid, Morelia, organizado por Vasco, Vázquez de Quiroga  (1541).
Además de los jesuitas en Puebla y Guadalajara, Valladolid y Zacatecas, Pátzcuaro y Tepotzotlán, Oaxaca y Veracruz. Los cuales sumaron, 30 Colegios, a la altura de los mejores de Europa. Hay que señalar que la educación formó parte de la evangelización, la enseñanza del castellano y el latín. Al mismo tiempo que comenzó el estudio de los idiomas indígenas de México, dio inicio el rescate de la historia oral y la escritura de los antecedentes a la conquista de España.
Sin embargo, en la Nueva España se trasladó la Inquisición episcopal (1536-1571), para perseguir a los infieles que todavía practicaban sus ritos paganos y adoraban   a infinidad de  dioses. Con la aprobación de Carlos V, se permitió a los protestantes llegar  al Nuevo Mundo. El papa Pablo III, con la bula Altitudo divini consilii, rechazó  la llegada a los apostatas  y exigió su expulsión.

No hay comentarios: