miércoles, 25 de abril de 2012

LAS MASCARAS MEXICANAS Por Raúl Hernández Viveros

LAS MASCARAS MEXICANAS
Por Raúl Hernández Viveros



En la historia de México se pueden descubrir secretos y lugares ocultos, también públicos en donde el Tlatoani, el que manda y habla, siempre va a repetir los mismos mensajes y señales. Detrás de la máscara del poder que funciona directamente en la adulación bajo los cantos triunfalistas de sus promesas incumplidas. El líder que constantemente recurre a los disfraces  y mascaras para seducir y encantar a sus seguidores. En el Porfiriato hubo la necesidad de recurrir al rescate del pasado prehispánico. En las celebraciones históricas se agregó durante los desfiles al final una muestra de diferentes grupos étnicos, que permanecían en zonas marginales todavía en un estado de esclavitud. Porfirio Díaz intentó destruir algunas reservas indígenas, y blanquear el territorio nacional con la llegada de inmigrantes europeos a varias regiones de México.

El estallido de la revolución mexicana extrajo de las profundidades étnicas a la más fuerte presencia de los grupos indígenas que tuvieron su verdadera iconografía con la figura morena de Emiliano Zapata. El momento más provocativo fue en la llegada a la ciudad de México, donde los zapatistas demostraron su rechazo a la vida urbana con sus simuladas buenas maneras y costumbres extranjeras. Al final, se quitaron las máscaras cubiertas de paliacates para exhibir el rostro desnudo de la pobreza y miseria de un pueblo sometido y engañado desde lo alto de la pirámide institucional.

Las  mascaras de que habló Nietzsche: “Todo lo que es profundo ama la mascara; las cosas más profundas de todas sienten incluso odio por la imagen y el símbolo. ¿No sería la antítesis tal vez el disfraz adecuado con que caminaría el pudor de un dios? ”. Con la aparición de la familia revolucionaria que se instala en lo alto de la pirámide, la corrupción hizo gala de sus mejores actuaciones. Después  se trasplanta el modelo del corporativismo italiano.

El nexo común de todas estas propuestas fue la idea del nacionalismo desarrollista, con sus sindicalistas revolucionarios, católico-sociales integrados o antiguos marxistas coincidieron en la necesidad de una base económica desarrollada y madura como paso previo para la creación de una auténtico y sostenible Estado orgánico y corporativista.  Exactamente sobrevive nuestros días con el sindicalismo al servicio de los intereses del gobierno y su partido.

En medio del escenario del teatro guiñol mexicano. Los generales se estrenaron como políticos actores de una pequeña réplica de un teatro, y estos personajes fueron marionetas movidas desde lo alto de la pirámide institucional. Igual que sucedió en Lyon, Francia. Gracias a Laurent Mourguet, cuando un dentista, que para entretener a sus pacientes y hacerles olvidar el dolor, inventó pequeñas historias que representaba con marionetas de guante que movía detrás de un mostrador. Fue en 1795, poco después de haber estallado la Revolución francesa.

Uno de los más importantes pensadores de México, es el escritor Carlos Fuentes, con su obra “El espejo enterrado”, ofreció su visión sobre la evolución nacional, donde presenta una reflexión también de la cultura de América Latina. Un profundo estudio sobre los orígenes prehispánicos, y al mismo tiempo la búsqueda de la utopía que se planteó a partir del sincretismo entre civilizaciones diversas y opuestas.

Con la conquista, los mitos occidentales se cimentaron entre las profundidades del pensamiento prehispánico. Carlos Fuentes comenzó su investigación acerca de lo que denominó “Tiempo mexicano”. Desde principios de los años setenta del siglo pasado profundizó sobre el retraso y las ruinas de México, y definió que “un templo tolteca no tiene descendencia: es ruina en sí y para sí.”

Hasta nuestros días todavía se rechaza reconocer la dignidad de los idiomas, creencias y hasta la propia historia de las etnias que sobreviven en México. Sin embargo, esta realidad se transforma cotidianamente en un espacio invisible que sólo se abre hacía un folklorismo que se define como “mexican curious”.  Brota durante los programas populistas de caridad institucional, y en la compra de votos por comida, agua y hasta el pago de pisos de cemento en millones de chozas.

Desde la conquista y colonización, Carlos Fuentes definió que: “España se cierra y nos encierra. Una intensa esquizofrenia política, moral e intelectual se apodera de la América Española: el trasplante español nos ofrece lo peor y nos niega lo mejor de España; Cuba puede ser una Andalucía, más graciosa que la propia Andalucía, pero México es una Castilla, más sombría  que la propia Castilla…” Frente a lo cual puede examinarse el empleo de un lenguaje y pensamientos desorganizados, delirios, alucinaciones, trastornos afectivos y conducta inapropiada hasta el presente mexicano con los discursos y mensajes políticos.

La historia nacional contemporánea sustenta la proyección de un sistema decadente que rechaza los valores, los derechos humanos, y se derrumba en la crisis económica, moral y educativa. La cadena de fracasos económicos va acompañada del crecimiento de la población que se debate entre la violencia y corrupción en todos los aspectos de la vida nacional.

El reconocimiento de las identidades, al pluralismo lingüístico y cultural de nuestros pueblos indígenas, puede transformarse en la fortaleza de la historia nacional. Antonin Artaud señaló que “El más alejado campesino indígena lleva en sí su cultura como un atavismo”, y Carlos Fuentes señaló la necesidad de “comprender hasta qué grado la cultura indígena posee muchas claves para disolver las neurosis modernas”, en sus ensayos sobre nuestro “Tiempo mexicano”.   


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