sábado, 4 de noviembre de 2017



José Antonio Alvarado: en su casa sin muros
Por Raúl Hernández Viveros




El historiador Manuel Bautista Mercado me dio la noticia del fallecimiento de José Antonio Alvarado 4 de abril de 1943, Zacapu, Michoacán, el 27 de octubre de 2017, Xalapa, Ver. Colaboró en Diario de Xalapa, y La Palabra y el Hombre. Habitó en la esquina de Altamirano y Clavijero, en un edificio donde vivieron: Mario Muñoz, Jaime Turrent, Luis Arturo Ramos, Marco Tulio Aguilera Garramuno, Fernando Ruiz Granados, y el poeta polaco Edward Stachura. José Antonio Alvarado siempre caminaba por el centro de Xalapa, con dos o tres libros bajo su brazo izquierdo, y en su mano derecha mantenía su acostumbrado cigarro. Participó Manuel Acuña Rivadeneyra, en el Centro Cultural “El sotano”, colaboró en el “El gato”, y con las presentaciones de libros y autores. Cada tarde llegaba a ofrecer ejemplares de su primer libro Habitación sin muros, mientras conversábamos de nuestros proyectos relacionados con la creación literaria, casi todas las tardes en la cafetería “La Parroquia”, frente al pórtico de la iglesia El Beaterio.
Comparto su poema: “Algo ha quedado roto desde entonces” / Algo que se interrumpe siempre entre el papel y la pluma / y que creí encontrar en las cuerdas de la guitarra / cuando entonabas tu canción argentina / y llorabas por los hijos perdidos desde siempre / Después creías saberlo todo / y te daba por llamarme hijo / y llevar en vilo tu incesto por los bares / del Paseo de la Reforma / Y terminabas la noche o empezabas el día / untándoles en la cara a los taxistas / tu credencial de periodista / pero nada era cierto / habíamos sido señalados por el vuelo de un ave nocturna / Todo era así desde el principio / lo supe mientras cruzabas el antiguo portón/ y tus ojos esa hidrografía inconquistable recorrían / línea a línea a Lucrecio / cuando discutíamos la idea cartesiana de la historia / Lo sabía / como lo sabía tu pelo cuando la ternura / nos sellaba los labios / y entre tu mano y mi mano / y tu cuerpo y mi cuerpo no había espacio.”
En abril de 2013 José Antonio Alvarado, con motivo de su 70 aniversario, se le dedicó del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Participaron en la lectura de su poesía Luis Gerardo Méndez, y Lucía Rivadeneyra, Raúl Eduardo González, Gaspar Aguilera Díaz, Ernesto Hernández Doblas, Rafael Calderón y José Mendoza Lara, analizaron su obra poética.  José Antonio Alvarado Zavala, estudió Filosofía en la Facultad de Altos Estudios Melchor Ocampo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entre sus libros: Habitación sin muros; Para la hora del té; Algo ha quedado roto desde entonces; Ejercicios del sueño; Interrogatorio de barandillas y otros textículos; La pequeña Frankestein; El cangrejo y el mar; Las palabras cansadas de volar solamente nombran; y El dragón en el espejo. Realizó estudios sobre Concha Urquiza y Ramón Martínez Ocaranza.
El 14 mayo de 1983, en las páginas de Proceso apareció el comentario de Francisco Prieto: “sobre su libro Algo ha quedado roto desde entonces (Ediciones de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo) libro de poemas de José Antonio Alvarado cuyo sugestivo título corresponde también al poema más logrado del volumen y remite en tres sentidos a la experiencia poética originante, a saber: 1 El descubrimiento aterrador del yo en tanto yo-otro. 2 La ruptura de la existencia concreta al revelarse la vida imaginaria. 3 El reencuentro del pasado como una experiencia que siendo la misma es ahora otra y la transmutación del dolor goce por la presencia de la amada. Dice el poeta:
“El presente y aquello que fuiste se sientan a mi mesa / El día es barbado pero el sol resplandece como lo harías / tú misma / Estoy en el otro extremo no es vanagloria / Dialogan y su risa entra destruyendo mis tímpanos / Tomo una copa de coñac y el aroma del café me / embriaga / Hoy quisiera escribir trazando la silueta de tu rostro / Y no sabes cuánto se me niega tu labio / Efímero como un deslumbramiento / Y me detengo sobre mi pasado como quien encuentra / ocupada su tumba / Bajo el hervazal antiguo alguien respira / Alguien que se ha ocupado de vivierme. “/
Y es que en la poesía de Alvarado hay una constante transubstanciación de la amada-mujer en la poesía como basamento último y radical de la existencia: “Hay que saber mirarte / Prendido por el pico de un pájaro entre la realidad / y el mundo / Saber que tu voz es el aire que sostiene las / habitaciones dispuestas al amor después de la / catástrofe.”
Poeta nacido en 1943, José Antonio Alvarado sabe de la muerte y del otoño de la esperanza: “Hoy no es octubre / Y sentimos una extraña vocación por la muerte / Un deseo de ser caricia / O espada a la altura de las sienes / De ser mármol / O amor / Mano estrechada un instante / O bien una sonrisa.“
Alvarado, que sostiene una ambigüedad aparente, en realidad un complejo juego de espejos, pertenece a esa raza de poetas sutiles que como Ungaretti exigen más de una lectura Segunda lectura que hacemos movidos por un extraño encantamiento”

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