José Antonio Alvarado: en su casa sin muros
Por Raúl Hernández Viveros
El historiador
Manuel Bautista Mercado me dio la noticia del fallecimiento de José Antonio
Alvarado 4 de abril de 1943, Zacapu, Michoacán, el 27 de octubre de 2017, Xalapa,
Ver. Colaboró en Diario de Xalapa, y La Palabra y el Hombre. Habitó en la
esquina de Altamirano y Clavijero, en un edificio donde vivieron: Mario Muñoz,
Jaime Turrent, Luis Arturo Ramos, Marco Tulio Aguilera Garramuno, Fernando Ruiz
Granados, y el poeta polaco Edward Stachura. José Antonio Alvarado siempre
caminaba por el centro de Xalapa, con dos o tres libros bajo su brazo
izquierdo, y en su mano derecha mantenía su acostumbrado cigarro. Participó
Manuel Acuña Rivadeneyra, en el Centro Cultural “El sotano”, colaboró en el “El
gato”, y con las presentaciones de libros y autores. Cada tarde llegaba a
ofrecer ejemplares de su primer libro Habitación
sin muros, mientras conversábamos de nuestros proyectos relacionados con la
creación literaria, casi todas las tardes en la cafetería “La Parroquia”,
frente al pórtico de la iglesia El Beaterio.
Comparto
su poema: “Algo ha quedado roto desde entonces” / Algo que se interrumpe
siempre entre el papel y la pluma / y que creí encontrar en las cuerdas de la
guitarra / cuando entonabas tu canción argentina / y llorabas por los hijos
perdidos desde siempre / Después creías saberlo todo / y te daba por llamarme
hijo / y llevar en vilo tu incesto por los bares / del Paseo de la Reforma / Y
terminabas la noche o empezabas el día / untándoles en la cara a los taxistas /
tu credencial de periodista / pero nada era cierto / habíamos sido señalados
por el vuelo de un ave nocturna / Todo era así desde el principio / lo supe
mientras cruzabas el antiguo portón/ y tus ojos esa hidrografía inconquistable
recorrían / línea a línea a Lucrecio / cuando discutíamos la idea cartesiana de
la historia / Lo sabía / como lo sabía tu pelo cuando la ternura / nos sellaba
los labios / y entre tu mano y mi mano / y tu cuerpo y mi cuerpo no había
espacio.”
En
abril de 2013 José Antonio Alvarado, con motivo de su 70 aniversario, se le
dedicó del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Participaron en la
lectura de su poesía Luis Gerardo Méndez, y Lucía Rivadeneyra, Raúl
Eduardo González, Gaspar Aguilera Díaz, Ernesto Hernández
Doblas, Rafael Calderón y José Mendoza Lara, analizaron su obra poética. José Antonio Alvarado Zavala, estudió Filosofía
en la Facultad de Altos Estudios Melchor Ocampo de la Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entre sus libros: Habitación sin muros; Para la hora del té; Algo ha quedado roto desde entonces;
Ejercicios del sueño; Interrogatorio de barandillas y otros textículos; La
pequeña Frankestein; El cangrejo y el mar; Las palabras cansadas de volar
solamente nombran; y El dragón en el
espejo. Realizó estudios sobre Concha Urquiza y Ramón Martínez Ocaranza.
El
14 mayo de 1983, en las páginas de Proceso
apareció el comentario de Francisco Prieto: “sobre su libro Algo ha quedado roto desde entonces
(Ediciones de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo) libro de poemas
de José Antonio Alvarado cuyo sugestivo título corresponde también al poema más
logrado del volumen y remite en tres sentidos a la experiencia poética
originante, a saber: 1 El descubrimiento aterrador del yo en tanto yo-otro. 2
La ruptura de la existencia concreta al revelarse la vida imaginaria. 3 El
reencuentro del pasado como una experiencia que siendo la misma es ahora otra y
la transmutación del dolor goce por la presencia de la amada. Dice el poeta:
“El
presente y aquello que fuiste se sientan a mi mesa / El día es barbado pero el
sol resplandece como lo harías / tú misma / Estoy en el otro extremo no es
vanagloria / Dialogan y su risa entra destruyendo mis tímpanos / Tomo una copa
de coñac y el aroma del café me / embriaga / Hoy quisiera escribir trazando la
silueta de tu rostro / Y no sabes cuánto se me niega tu labio / Efímero como un
deslumbramiento / Y me detengo sobre mi pasado como quien encuentra / ocupada
su tumba / Bajo el hervazal antiguo alguien respira / Alguien que se ha ocupado
de vivierme. “/
Y
es que en la poesía de Alvarado hay una constante transubstanciación de la
amada-mujer en la poesía como basamento último y radical de la existencia: “Hay
que saber mirarte / Prendido por el pico de un pájaro entre la realidad / y el
mundo / Saber que tu voz es el aire que sostiene las / habitaciones dispuestas
al amor después de la / catástrofe.”
Poeta
nacido en 1943, José Antonio Alvarado sabe de la muerte y del otoño de la
esperanza: “Hoy no es octubre / Y sentimos una extraña vocación por la muerte /
Un deseo de ser caricia / O espada a la altura de las sienes / De ser mármol / O
amor / Mano estrechada un instante / O bien una sonrisa.“
Alvarado,
que sostiene una ambigüedad aparente, en realidad un complejo juego de espejos,
pertenece a esa raza de poetas sutiles que como Ungaretti exigen más de una
lectura Segunda lectura que hacemos movidos por un extraño encantamiento”
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