lunes, 6 de febrero de 2012

El ser mexicano



















Por Raúl Hernández Viveros

La mayor parte de los pensadores de México, siempre se han cuestionado sobre la esencia de nuestras raíces. El estudio del origen como árbol genealógico se refiere al rechazo de un pasado que se desprende actualmente entre los mestizos y los criollos. Somos y no reconocemos a los ancestros, y rechazamos constantemente la realidad de que la población está dividida en tres grandes grupos. Los grupos indígenas que al principio formaban parte, durante bastante más de la tercera parte de la población total, y actualmente representan la cantidad de más de doce millones de habitantes que el indígena vive marginado de la vida política y social.
En 1917, un equipo de arqueólogos y antropólogos llevó a cabo una investigación en la zona de San Juan Teotihuacan y, sobre todo, para limpiar y restaurar el antiguo centro ceremonial. El Templo de Quetzalcóatl, fue restaurado. Teotihuacan, se convirtió en el principal monumento público de México, con sus monumentos impresionantes que invitaban a la comparación con el antiguo Egipto. La civilización mesoamericana se estableció así como fundamento de la historia mexicana.
La cultura mexicana del siglo XX inventó un ser nacional cuya identidad, a pesar de ser poco concreta y cambiante, sirvió como importante presencia imaginaria en la constitución de un poder político nacional: al plantear la configuración de un modelo nacionalista y revolucionario de “lo mexicano”, la identidad se transformó en mecanismo legitimidad.
El pueblo mexicano imaginó un ser, que es el resultado de una mezcla de razas y costumbres muy ajenas a lo que en realidad es un verdadero mexicano. Los mexicanos sufrimos ese complejo de ser seres inferiores a otros por el simple hecho de haber nacido en México. A veces el sarcasmo lleva a nombrar adjetivos perversos para describir la idiosincrasia, por ejemplo señalar con desprecio a los “taranacos”.
Aquellos individuos sojuzgados por su origen y nulo poder de exigir siquiera un poco de respeto, y que constantemente son objeto de burla por su lentitud de participar en actos cívicos. Casi pasan desapercibidos e invisibles frente a la realidad nacional. Nada más forman parte de estadísticas y obtienen su identidad a través de la credencial de elector, que canjean en jornadas electorales por becas, despensas o regalos institucionales.
La religiosidad del mexicano no fue básicamente afectada ni por el liberalismo, ni por el positivismo. La reflexión filosófica acerca de México y lo mexicano se perfila en la década de los cincuenta: Leopoldo Zea, Emilio Uranga, Jorge Portilla, Salvador Reyes Nevares, entre otros, tratan de aplicar el método fenomenológico para descubrir "esencias" del mexicano y lo mexicano. Hasta ahora el ser mexicano continúa inmerso en la lentitud de su propia historia y el rechazo a los valores como el respeto, la seguridad, el bienestar, la paz dentro del Estado de Derecho.

El cosmos náhuatl.
Para aproximarse al conocimiento de nuestro pasado prehispánico es conveniente revisar cada una de las versiones del sacerdote humanista, filólogo e historiador
Ángel María Garibay Kintana (1892-1967). Canónigo lectoral de la Basílica de Guadalupe, por sus estudios de cultura náhuatl fue designado Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional. Catedrático en la facultad de Filosofía y Letras y Director del Seminario de Cultura Náhuatl.
Preparó la edición de Historia general de las cosas de Nueva España, de fray Bernardino de Sahún. Relación de las cosas de Yucatán, de fray de Landa; Historia de los indios de Nueva España e islas de tierra firme, de fray Diego Durán, Historia antigua y de la conquista de México, de Manuel Orozco y Berra. También realizó la Historia de la literatura náhuatl y Poesía náhuatl, en tres tomos. Visión de los vencidos, La llave del náhuatl, Panorama literario de los pueblos náhuatl e identidad.
Su trabajo de investigador y traductor, principalmente heredó un profundo conocimiento del pensamiento prehispánico. Un ejemplo sustancioso corresponde a la filosofía que se encuentra en los Cantares mexicanos. Hasta nuestra actualidad corresponde la vigencia el “Enigma de vivir”, Anónimo de Chalco: “No es verdad que vivimos, / no es verdad que duramos / en la tierra. / ¡Yo tengo que dejar las bellas flores, / tengo que ir en busca del sitio del misterio! / Pero por breve tiempo, / hagamos nuestros los hermosos cantos.”
Por otra parte: “ La vida pasa...”: “¡Oh flores que portamos, / oh cantos que llevamos, / nos vamos al Reino del Misterio! / ¡Al menos por un día / estemos juntos, amigos míos! / ¡Debemos dejar nuestros cantos: / y con todo la tierra seguirá permanente! / Amigos míos, gocemos: gocemos, amigos!” Esta herencia cultural pertenece y siempre se le agradecerá a Ángel María Garibay Kintana. Divulgador de textos sagrados, mitos y sabio conocedor de nuestros dioses prehispánicos.
En la colección “Biblioteca del Estudiante Universitario”, pueden consultarse algunas aportaciones sobre el origen del mundo mesoamericano. Fue un extraordinario continuador de la sabiduría mexicana, y nos descubrió el tesoro del pensamiento prehispánico. A través de la literatura náhuatl logró transmitirnos una parte fundamental del mundo prehispánico. La memoria histórica que no pudo ser borrada durante la conquista y la imposición de una lengua y religión ajenas a la creación del Hombre de Maíz.
El amor ancestral por la naturaleza y el cosmos. La vida humana como un bien precioso. El respeto al medio ambiente y el reconocimiento por la pureza del aire y el agua. Las piedras, o el arte de las plumas. La poesía náhuatl en la experiencia del huehuetlatolli. Actualmente los grupos indígenas en México sobreviven frente a la marginación y el abandono. Entre el olvido, la discriminación y la desesperanza de haber sido sometidos y sojuzgados por la vida institucional.

No hay comentarios: