viernes, 29 de mayo de 2009

El espíritu invisible



Raúl Hernández Viveros

Hace unos días pude reconciliarme con algunas partes de la realidad. Sentí la necesidad de recordar cada uno de los hechos construidos en los pilares de aquella historia de encuentros y rechazos, ilusiones y esperanzas. Después de muchos años tuve que finalizar las relaciones con algunas personas involucradas dentro de mis finos y agresivos sentimientos. Al mismo tiempo escribí la lista del número de cosas con sus olores, amores y odios. Para no equivocarme organicé minuciosamente cada lugar en el espacio y tiempo de mi vida.

Con las tres mujeres mantuve el mismo esquema familiar. Me programé para procrear al mismo tiempo el idéntico número de herederos, de igual forma le puse el análogo nombre a cada uno de mis hijos, y fue bastante fácil atinar y armar la organización de mis relaciones con dichas compañeras. Pero la mala costumbre de amarlas me llevó a buscar un lugar, en donde cada noche tuviera la oportunidad de reflexionar algunos instantes sobre el mundo que me rodeaba.

No pudo complicarse el acto de tejer los hilos de la trama. Daba igual saber que a pesar de mis triunfos amorosos, me sentía el hombre más solitario, principalmente por no sentir nada hacia nadie en ningún momento de mi existencia, como si las emociones y los afectos no tuvieran ya cabida en mi pensamiento. Sin embargo, tuve que desarmar cada historia y capítulo; analizar los engranajes que habían dejado de funcionar en la maquinaria de mi realidad.

En aquel instante, mi pensamiento descubrió que las cosas funcionaban al revés, es decir en sentido contrario y viceversa hacia las propuestas de la lógica y era el momento de hacer una parada en el camino. Un poco para tener el tiempo de mirar hacia atrás, como la sentencia africana, de frenarse a observar si alguien va detrás de uno, en particular descubrir a las fieras asesinas sedientas de sangre y carne, las cuales desde la distancia olfatean y acechan a sus victimas.

Pero no quise ser obsesivo y obstinado en estas reflexiones. Me hubiera gustado la exactitud de un gol de Ronaldino. Entonces escribí mis conclusiones. Pensé que todo era ocasionado por el tedio y el vacío de mi trabajo, y del hecho de lo aburrido y repetitivo de tener tres casas iguales. No supe cuándo me di cuenta de que uno tenía ahora que pagar altos intereses como al pedir suministrado algún dinero. También me preocupó el no volver a ser el mismo, en lugar de transformarme, y permanecer sin ser visto a la luz pública, mientras emergía de la oscuridad. Por otra parte, cada día empobrecer, al costo del sacrificio de los demás.

Creo que la lista no llegó a interesarme. En mi lugar brotó la conciencia limpia de reconocer que fui demasiado feliz. Aunque el misterio de la ley de morir, era lo que me permitía aproximarme al conocimiento de las personas y particularmente a la que intentaba renacer dentro de mi cuerpo.

Cuando me quedé solo, muy lejos de la ciudad decidí escapar hacia las montañas en búsqueda de la inevitable ausencia de cada una de mis familias. Por suerte, transcurrieron los meses y nadie advirtió la desaparición. Creo que fueron radiantes al saber que yo no pertenecía ya a nadie y sin pensarlo me deje caer en las profundidades de mi soledad.

2 comentarios:

Mexica dijo...

¿Qué significa la imagen de Tezcatli? ¿es un Dios?

Referencias de Raúl Hernández Viveros dijo...

Es nuestro señor del cielo y de la tierra. Maestro de la fuente de vida. El origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible, quien hasta estos días vigila todos nuestros pasos.