lunes, 22 de octubre de 2007

No.24 Se reconoce labor editorial de la Universidad Veracruzana

Se reconoce labor editorial de la Universidad Veracruzana
No.24 Nueva Época / Octubre 2007



Por: Mario Hernández Vázquez
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En el reciente número 24 de la revista Cultura de VeracruZ, correspondiente a octubre del año en curso, se registra el trabajo editorial de la Universidad Veracruzana. Desde sus primeras páginas, reproducen las importantes reflexiones del rector Raúl Arias Lovillo, dedicadas a los “50 años de labor editorial de la Universidad Veracruzana”. Particularmente se advierte un profundo reconocimiento hacia el escritor Sergio Galindo, fundador de la revista emblemática del principal centro de estudios superiores en el Estado de Veracruz. Aparte hay que destacar el compromiso por salvaguardar y continuar la tradición de editar libros que han llevado el nombre de la Universidad Veracruzana, más allá de los límites nacionales.
Por otra parte, el escritor Raúl Hernández Viveros, director de la revista Cultura de VeracruZ, ofrece una crónica sobre la Colección Biblioteca, y destaca algunas aportaciones de estas ediciones que funcionan como respaldo bibliográfico en diferentes investigaciones o trabajos académicos. Omar Piña prosigue insistentemente en demostrar su pasión por la escritura. En esta ocasión entrega una selección de sus piezas narrativas incluidas en el volumen “Notas del desamparo”, acompañadas de las excelentes fotografías realizadas por Pamela Albarracín. Omar Piña, sin duda alguna, con la publicación de sus textos: “El cha-cha-chá no es para tristes”, “Es que verá que me duele la mano”, “A la hora de los gallos”, “Lito”, y “Blog “Calle melancolía”, consolida la trascendencia literaria.
Con la lectura de los poemas de Zoelia del Carmen Frómeta Machado, existe la reconciliación y descubrimiento de un trabajo poético digno de ocupar su lugar en el desarrollo de las letras latinoamericanas. Su firme pulso creativo enfrenta en “Los otros”: “Ellos, callados tejen y destejen su destino / mientras nosotros los del otro lado / de sus sombras y tristezas, / vamos armando sílaba a sílaba, / trozo a tajo el paso de la muerte…” Los versos construyen una zona que abre la capacidad de recomponer el mundo. La interrogante existencial de enfrentarse a cuestionar: “¿Cómo nombrar la luz sin que me cieguen sus llamas?, del poema “Pavana para una infanta triste, recuerda el desvelo y el silencio del pensamiento de esta autora cubana.
Jaime Pasquel Brash da a conocer la sección: “Cuentos ilustrados”, integrada por los siguientes textos “El armario”, “Señor Dios, enséñeme a ser un anciano” “Madre Bwana”, “Luego...” “Sonia”, “Desde mi aparador”. Además la revista Cultura de VeracruZ, incluye su “Muestra poética”. Con este panorama de Jaime Pasquel Brash se concede un lugar que le corresponde a este autor en las letras veracruzanas. La suma de aportaciones que permiten asomarse y asombrarse un poco sobre la creación literaria y el difícil oficio de escritor.
“Nostalgia”, de José Romero Salgado, es una viñeta literaria acerca de los recuerdos de la adolescencia, y algunas obsesiones descritas por el ejercicio de las palabras. Un texto reflexivo que dilucida una postura en la vida. Jorge Hernández Utrera, da a conocer el artículo “La redondez del círculo”, que leyó durante le presentación de la revista El Círculo en la USBI, de la Universidad Veracruzana, el primer día de la Feria Internacional del Libro Universitario, en el puerto de Veracruz, Ver., el 3 de octubre de 2007. En esa jornada también fueron presentados los números más recientes de la revista Cultura de VeracruZ por su director Raúl Hernández Viveros, a continuación de la lectura de poemas que hizo Ernesto Cardenal, cuyas Poesías completas acaba de publicar la Universidad Veracruzana.
“Luna sin sangre”, de Gabriel Fuster, es una reseña sobre el reciente libro de Martín Corona Alarcón, publicado en Cuadernos del Baluarte. Como un homenaje, se recogen el texto de Rodrigo Núñez y Jesús Morales Bermúdez, “Secreto a voces sobre Carlos Jurado”, y el poema “Mi jícara no es fruto del morro”, de Juan Bañuelos. Desde luego se incluyen ilustraciones de Carlos Jurado, en esta distinción al maestro y artista gráfico, quien recibirá al lado de Mario Muñoz y Carlos Monsiváis, el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Veracruzana.
Un lujo verdadero cierra este número, 24 de la revista Cultura de VeracruZ, lleno de vitalidad y sensibilidad, es la divulgación del discurso de entrega Premio Príncipe de Asturias 2002, por parte de Doris Lessing, quien el pasado 11 de octubre, obtuvo el Premio Nobel de Literatura 2007. Por tal motivo en esta revista literaria independiente, que se edita en la capital veracruzana, se dan a conocer la noticia y las primeras declaraciones que dieron vuelta al mundo. "Me he ganado todos los premios que hay en Europa, todos esos malditos premios, que estoy muy contenta de haber ganado", dijo la escritora a los prensa. Para festejar la noticia, Lessing se tomó un trago de ginebra y tónica que hizo incluso oler a uno de los reporteros, para que comprobara que no se trataba de agua. Dijo que estaba: "muy contenta" de haber recibido el premio antes de morirse. "No le pueden dar el Nobel a un muerto, así que creo que probablemente pensaron que era mejor que me lo dieran ahora".





Raúl Arias Lovillo*
50 años de labor editorial de la
Universidad Veracruzana

LA Feria Internacional del Libro Universitario (FILU 2007) está dedicada a celebrar 50 años de labor editorial de la Universidad Veracruzana y a recordar la figura del fundador de nuestra casa editora, nuestro querido amigo y gran escritor Sergio Galindo.
En este medio siglo, con presencia y grandeza se ha sabido levantar, labrar y pulir hasta consolidar una de nuestras instancias emblemáticas por excelencia.
En esta historia reconocemos la visión y la audacia que animaron la labor de Sergio Galindo. Visión, porque haciendo a un lado las tentaciones localistas, apostó a lo mejor del pensamiento universal; audacia, porque al tiempo que fundador y director de nuestra casa editora, fue un impulsor de escritores noveles hoy mundialmente reconocidos y un animador cultural de primer orden.
La diversidad y la riqueza de nuestro catálogo editorial es ya un legado que habrán de recogerlas futuras generaciones. El prestigio; así como la trascendencia, alcanzado en México y en el plano internacional, han consolidado a la Editorial de la Universidad Veracruzana como una de las editoriales más importantes del mundo de lengua hispana.
La historia de nuestra editorial, sin embargo, puede verse desde otra perspectiva. Hace unos días, en mi Segundo Informe de Labores, destacaba el papel que la Universidad Veracruzana ha jugado en la construcción de una sociedad plural y democrática.
Hoy podemos afirmar que si nuestra casa de estudios ha estado en posibilidades de jugar este destacado y honroso papel ha sido porque, día tras día, a lo largo de sus más de sesenta años de existencia, se ha ido construyendo y consolidando como una institución en el más sano y amplio sentido de la palabra: como una instancia con clara conciencia de su papel social, con vocación de servicio, antes que nada y por encima de todo, a la sociedad en cuyo seno nace, a la que se debe y a la que está obligada a devolver una parte de lo que, generosa y solidariamente, ésta le ha entregado.
El papel que las instituciones juegan para la plena y cabal consecución de una sociedad democrática y plural es cada vez más relevante. En más de un sentido, tomarle el pulso a las instituciones es tomarle el pulso democracia a la ya la pluralidad instituciones sanas y en normal y correcto funcionamiento constituyen uno de los mejores indicios de la buena marcha de la sociedad. Instituciones débiles y tuteladas, por el contrario, se convierten en una señal de alerta de la limitada y accidentada marcha de la sociedad.
Si nuestra casa de estudios ha jugado un papel clave en la construcción de la democracia y la pluralidad de nuestro Estado es porque a lo largo de sus más de seis décadas de existencia ha sabido irse construyendo como una institución sana, consciente de su papel social y consecuente con su vocación social. Este papel se ha fortalecido en la última década, que coincide con nuestra autonomía universitaria y con su importante despegue académico.
Por otra parte, es un hecho demostrado y aceptado que entre 1944, año de fundación de la Universidad Veracruzana, y 1957, año de constitución formal de su Editorial, nuestra casa de estudios dio a las prensas publicaciones de diverso tipo, quedan ahí publicaciones como un testimonio inigualable de nuestra vocación por la edición. El gran mérito de la generación encabezada por Gonzalo Aguirre Beltrán en la Rectoría y por Sergio Galindo en la Editorial radica, sin embargo, en que con su iniciativa institucionalizaron dicha vocación, le dieron carta de naturalidad a la que hoy en día es una de nuestras actividades centrales y sentaron las bases de la que hoy por hoy constituye una de nuestras instancias emblemáticas por excelencia.
Fue la institucionalización de nuestra vocación editorial la que permitió levantar el marco propicio para encuadrar medio siglo de fructífera y prestigiosa labor editorial; la que posibilitó que la visión y audacia de Galindo se tradujeran en uno de los catálogos más ricos y diversos del mundo editorial hispanoamericano; la que permitió abrirle las puertas en nuestro país a escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti y Álvaro Mutis, por sólo mencionar a tres grandes autores.
Fue la institucionalización de nuestra vocación editorial la que ha hecho de nuestra casa editora uno de los pilares centrales de esta institución mayor que es la Universidad Veracruzana. El titulo de instancia emblemática que con frecuencia le asignamos a nuestra editorial no es gratuito ni obedece a un afán retórico. La editorial es uno de los rostros que con mayor orgullo y satisfacción mostramos a los ojos del mundo entero. Es el rostro, incluso, que, a los ojos de muchos, lo mismo propios que extraños mejor delinea y define nuestra razón de ser como institución de educación superior.
Me atrevo a afirmar que fue la institucionalización de nuestra vocación editorial la que ha permitido a la Universidad Veracruzana hacer uno de los más importantes aportes a la construcción de la democracia y la pluralidad en nuestro Estado. ¿En qué mejor terreno hablar de democracia y de pluralidad; si no es en el terreno de la cultura, los libros; la lectura, la difusión de las ideas y las corrientes del pensamiento? ¿Qué mejor aporte a la sociedad y sus legítimos afanes por levantar un mundo plenamente democrático y plural que poner a sus alcance uno de los instrumentos que mejor cifra libertades y derechos humanos, elementos sin los cuales difícilmente se puede hablar de democracia y pluralidad? Una sociedad que lee, que hace de la lectura una práctica cotidiana, un hábito y, por que no, una forma de vida, es una sociedad que se apropia de una herramienta de invaluable valor para construir una sociedad democrática y plural.
Nunca dejaremos de estar en deuda con la generación de universitarios que, con visión y audacia tomó la decisión de fundar nuestra Editorial. Siempre seremos sus eternos y agradecidos deudores.Al institucionalizar nuestra vocación editorial esa generación sentó las bases de uno de los pilares más firmes de esta casa de estudios, delineó los primeros trazos de uno de nuestros rostros más agraciados y felices y le dio forma a una de nuestras contribuciones más importantes a la democracia y la pluralidad veracruzanas. Una deuda de esta naturaleza es una deuda que, simple y sencillamente, nunca termináremos de pagar. Con la memoria siempre presente y siempre viva de aquella generación, vayamos hoy al encuentro de los actos celebratorios de los primeros cincuenta años de labor editorial de la Universidad Veracruzana. La fiesta de las letras nos espera. Al participar en ella, rindamos homenaje a nuestros antepasados y renovemos nuestro compromiso de legarle a las generaciones que habrán de relevarnos un mundo más democrático y plural. Esta será una buena manera de ir abonando a esa deuda que nos obliga, nos enaltece y nos enorgullece. &


* Rector de la Universidad Veracruzana


Raúl Hernández Viveros
Colección Biblioteca

Leer bien es aceptar grandes riesgos. Es volver vulnerable nuestra identidad, nuestro autodominio.
George Steiner

EN 1959, se abrió el espacio enfocado a la publicación de textos importantes sobre investigaciones relacionadas con la filosofía, literatura, lingüística, historia y sociología, bajo el nombre de Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras. Con la aparición del libro Discurso de Filosofía de José Gaos, comenzó la tarea fundamental de reunir textos de vital trascendencia académica. Por lo cual, se dieron a conocer, al poco tiempo las siguientes obras: Los países tropicales, de Pierre Gourou, Ensayos filosófico-jurídicos, de Eduardo García Máynez, Tres salvaciones del siglo XVIII español, de Rafael Segovia Canosa, Orígenes de la filosofía y de su historia, de José Gaos, Gramática del popoluca de la sierra, de Benjamín Elson, Seis estudios históricos de tema mexicano, de Edmundo O’ Gorman, Breve historia de Veracruz, de José Luis Melgarejo Vivanco, La ambigüedad en el Quijote, de Manuel Durán, La Universidad Latinoamericana, de Gonzalo Aguirre Beltrán, y Cuestiones educativas y páginas sobre México, de Fernando Salmerón.
“Es deber ineludible del universitario, humanista por excelencia, mantener el adecuado equilibrio entre las alturas inmarcesibles de la técnica y los valores universales de la humanidad recordando siempre la antigua frase de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”, agregada de otra no menos importante: y el bienestar social la finalidad última de todo conocimiento”, sentenció Gonzalo Aguirre Beltrán, al final de su discurso, en el inicio de cursos de la Universidad Veracruzana, el 8 de febrero de 1957.
Sin duda alguna, hay que volver a insistir en el impulso académico y cultural verificado durante la gestión, como rector de la Universidad Veracruzana, de Gonzalo Aguirre Beltrán, quien tuvo a bien designar en 1957 a Sergio Galindo Márquez al frente de la editorial y de La Palabra y el Hombre. Desde el principio se planteó la propuesta de que: “Toda obra publicada por la Universidad Veracruzana responde, en principio, a una doble necesidad: una, el natural afán de comunicación del que escribe y, otra, la primordial se refiere al publico al que se le dedica. Es decir, la labor editorial supone establecer un diálogo entre el autor y sus lectores; pero también significa procurar la participación general en los beneficios del conocimiento, puesto que es imposible concebir desarrollo o superación al margen del conocimiento mismo”[1].
Sergio Pitol definió que: “Uno de los grandes retos de Sergio Galindo fue recrear, la contracorriente, la novela de la ciudad del interior, la capital provinciana y su ritmo de vida, su propio uso del tiempo, su pulsión, sus atributos. Pareciera que se tratara de volver a la novela de decimonónica, un retorno a Cuellar y a Delgado. No lo es del todo, porque los procedimientos del escritor xalapeño son distintos. Galindo fue, desde sus inicios, un lector de la novela contemporánea. El mundo que recrea está observado por el ojo de un narrador moderno y para nada complaciente, de un testigo a menudo implacable”.*
Por su parte Sergio Galindo escribió que: “A todo escritor honesto le debe importar el enlace que sus palabras tiene con el público. Además, uno es en gran parte, testigo, personaje y juez de la época que le ha tocado vivir. Quien no refleja esto en lo que escribe es un escritor atemporal que pudo haberse dado en cualquier año, de cualquier siglo y que más valiera no se hubiera dado, ya que lo que él diga no tiene importancia. El escritor sí debe concientizar e iluminar o lo que sea pero no con el propósito de. Esto viene por sí sólo”.
No obstante, hay que rescatar la visión de Sergio Galindo sobre el papel tan notable que significa la labor editorial; todavía hasta nuestros días, resulta totalmente indispensable analizarla como uno de los pilares esenciales en el desarrollo de la vida universitaria. Posteriormente incluyeron otras obras universales, como por ejemplo Existencialismo, de Juan David García Vaca, Etimos latinos, griegos y nahuas, de Juan A. Hasler, Estudios de historia y derecho, de Javier Malagón Barceló, y Razón del mundo. La preocupación de España, de Francisco Ayala, entre otros libros. Hay que destacar la misión del intelectual en un diálogo abierto, transparente y plural, siempre crítico enfrente al momento histórico en que le tocó vivir. El verdadero ejemplo magistral de Francisco Ayala, que el año pasado celebró sus cien años de haber nacido en Granada, España.
Por otra parte, se debe reconocer el papel intelectual que reflejó la creación de la Colección Biblioteca, en el respaldo hacia otros trabajos de investigación involucrados con la docencia y la difusión cultural. Desde luego la alta calidad de estos ensayos respondió a la necesidad de ofrecer respaldos bibliográficos a la labor
docente en los centros de educación superior nacionales, de América latina y de España. Aunque la Universidad Veracruzana abrió sus puertas a la sabiduría de algunos pensadores que llegaron como refugiados a nuestro país, expulsados por la dictadura de Francisco Franco.
Es conveniente señalar y repetir que en la Colección de Cuadernos de la Facultad de Filosofía y Letras, también José Gaos ofreció su obra Introducción a la fenomenología, y los extraordinarios ensayos de Ramón Xirau: El péndulo y la espiral y Comentario, notas excelentes sobre la crítica literaria y filosófica; Arco y certamen de la poesía mexicana colonial, de José Pascual Buxó, o El sueño creador, de María Zambrano.
“Las páginas del presente volumen vienen a ser como un trozo de mineral venido a la luz desde las oscuras galerías de una mina, que el autor querría, quizás por gusto del lugar, seguir recorriendo aún, antes de ofrecer el material ya extraído de ella. Ciertamente que no hubiera podido permanecer en tal lugar, ni en tal situación de no haber recibido asistencia de diverso orden”, escribió María Zambrano en una advertencia nota que se incluyó aparte en la mencionada edición realizada por la Universidad Veracruzana.
De esta manera, pueden observarse trabajos de filosofía e historia; de ello permanecen las obras de José Gaos, Rafael Segovia Canosa, Manuel Durán, Juan David García Bacca, y Francisco Ayala. Una breve muestra del pensamiento y la reflexión crítica sobre estos ricos puntos de vista intelectual. Con esta tradición, la Colección Biblioteca continuó en su afán por disponer de materiales bibliográficos indispensables en el conocimiento de temas vinculados y perfectamente involucrados con el pensamiento universitario.
Años más tarde, en 1985, se publicó la segunda edición de Cultura y conquista. La herencia española de América, de George M. Foster, traducida por Carlo Antonio Castro, quien al año siguiente dio a conocer su investigación Enero y febrero: ¡ahijadero!. En 1986, apareció Cultura indígena e integración nacional, de Giovanni Marcheti, en traducción de María del Rosario Rodríguez y Alberto Guaraldo. Estudio realizado en Bolonia, Italia, ciudad donde vivió Francisco Xavier Clavijero. Para esta investigación se incluyó el prólogo de Alberto Guaraldo sobre la importancia del estudioso veracruzano en la formación de la conciencia nacional mexicana.
En la Colección Biblioteca introdujeron textos de nuestros principales investigadores en la Universidad Veracruzana: José Velasco Toro, Soledad García Morales, Gilberto Bermúdez Gorrochotegui y Félix Báez-Jorge. Es suficiente con mencionar las notables aportaciones exhaustivas: Las voces del agua, Los oficios de las diosas, y La parentela de María, para apreciar la perspectiva antropológica sobre los estudios de religión, con los ricos aspectos mitológicos, enigmas simbólicos, tabúes religiosos y rituales.
Haría falta más poder de concentración necesario dentro de la capacidad de llevar a cabo una verdadera crónica de estos aportes bibliográficos, que se utilizan en Universidades; conservándose en la dimensión de la verdadera cultura escrita. Sin embargo, en la brevedad de estas notas se comparten desde la perspectiva actual, las aportaciones de la Colección Biblioteca. “Aquél que no conoce a sus padres, pierde su memoria y, consecuentemente, su identidad. No puede comunicar a otros quién es. Esto vale así mismo para la memoria cultural. El que renuncia a ella, pierde su identidad y se excluye voluntariamente de la herencia común”, advirtió Dietrich Schwanitz[2].
La herencia cultural de la Colección Biblioteca permitió profundizar en los diversos campos del conocimiento. Las metas fijadas desde el inicio de la Editorial de la Universidad Veracruzana, todavía hasta la fecha prosiguen acompañando el desarrollo de nuestra Máxima Casa de Estudios. Conviene repetir que se trata de una empresa educativa al servicio de estudiantes, profesores e investigadores, en la consolidación amplia y universal del desarrollo de la cultura y la distribución del conocimiento. No obstante, uno de sus mayores logros se vislumbra en la continuidad del saber cultural, dentro de un horizonte universitario que funciona para analizar y comprender el saber específico del conocimiento. Al mismo tiempo, al revisar cada una de las aportaciones realizadas en la colección Biblioteca, saldrán a la luz de los lectores, principalmente de los investigadores, libros que forman parte de la identidad, pluralidad, y excelencia académica en el seno de la Universidad Veracruzana.&



[1] Se puede consultar la nota de presentación del primer Catálogo de la Editorial de la Universidad Veracruzana, publicado en 1962.
* Miradas a la obra de Sergio Galindo, Varios autores, Universidad Veracruzana, 1996
[2] En el prólogo a Libros todo lo que hay que leer, Christiane Zschirnt, Taurus, México, 2004

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