Una razón de estrategia
Desde hace varios años, tuve el proyecto de escribir una serie de retratos en donde pudiera haber hecho la descripción de algunas personalidades literarias que conocí durante el desarrollo de mi existencia. Desde luego, mi propuesta sólo intentaba dejar constancia y tributo sobre algunos de mis maestros más significativos que acompañaron mis años de aprendizaje. Etapa que todavía prosigue hasta que aparezca el instante de extraviarme en los rincones de la memoria, cuando las palabras se escondan detrás de las montañas de libros y revistas.
Por lo tanto, en esta ocasión voy a referirme, con bastante brevedad, sobre un destacado amigo y fuente de inspiración; desaparecido físicamente, pero presente con nosotros a través de la lectura de sus trascendentales investigaciones literarias y enseñanzas sobre el inmenso placer de la literatura. Con el respaldo de Luís Mario Schneider, se abrió la oportunidad de consolidar la compañía de un formidable grupo de la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana. Para mi resultó todo un acontecimiento conocerlo y admirar su elegante figura, el tono argentino en sus conversaciones, y su profundo amor por la literatura. Recuerdo el entusiasmo que inculcó en las aulas universitarias, y principalmente en las reuniones que se prolongaban horas después en su casa de la capital veracruzana. Por supuesto, quedé asombrado por su conocimiento de las letras de Veracruz. Luís Mario Schneider ya había realizado la búsqueda de las obras completas de nuestro poeta veracruzano Jorge Cuesta, al lado de Miguel Capistrán.
No obstante, comenzó a mostrarnos la importancia de leer la literatura realizada por los cronistas, quienes dejaron constancia del descubrimiento, conquista y choque entre dos culturas diferentes. Luego encabezó el deslumbramiento hacia los valores de la literatura mexicana del XIX, posteriormente abarcó un examen crítico con el estudio de las principales aportaciones, que hizo la novela de la Revolución mexicana. Creo que fueron los cimientos de una metodología y la construcción de un marco teórico sobre las profundidades en el conocimiento de las letras mexicanas.
Un acontecimiento importante
Al mismo tiempo, Luís Mario Schneider organizó una serie de actividades culturales para enseñarnos a leer ante el público. Un recital inolvidable fue el que bajo su dirección, estuvo dedicado a la poesía prehispánica y surrealista, lo cual abrió mi pensamiento en dirección a otros rumbos de la fantasía, la estética y la creación literaria. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Esto lo representó un acontecimiento importante.
Un día en el salón de clases, Luis Mario Schneider comenzó a ofrecernos las posibilidades en el proyecto de estudiar y leer las obras de Rubén Darío. La presencia del creador del Modernismo en tierras veracruzanas, rindió sus frutos con la ubicación de algunas fotografías, como simples recuerdos de su visita a Teocelo y Xalapa. De la capital veracruzana pudieron rescatarse algunos recibos de hoteles y bares, en donde Rubén Darío estampaba su firma que luego iban a cobrarse a la tesorería del Estado.
Posteriormente, vino a informarnos sobre le existencia del movimiento Estridentista, en la capital veracruzana. Fue el descubrimiento, que advirtió una mina de oro de las letras mexicanas. Por lo tanto organizó al grupo de sus estudiantes para que, en primer lugar, hicieran las fichas correspondientes de los libros y documentos, que entonces conservaba el archivo de la editora de Gobierno del Estado de Veracruz. Espacio cultural que aparte de realizar publicaciones oficiales, también editaba obras literarias, y donde hicieron los libros y revistas estridentistas. A mí me tocó hurgar en algunos números y las paginas de la revista Horizonte. Por primera vez leí fascinado un cuento de Antón Chéjov, traducido especialmente para dicha publicación, que tenía el subtitulo de “Revista de actividad contemporánea”. En verdad, fueron contemporáneos de los movimientos literarios a nivel mundial.
Manuel Maple Arces reunió en Xalapa a este puñado de precursores de las letras nacionales, continuadores, cultivadores y promotores del futurismo italiano, y al mismo tiempo de la visión literaria de Vladimir Mayakovsky. Fueron asombrosos sus proyectos que intentaron mostrar el rostro estético del movimiento intelectual posterior a la Revolución mexicana. Indiscutiblemente, fue increíble para mí en aquella parte lejana de mi juventud, el poder tener en mis manos libros, manifiestos, y hasta partituras musicales de otra de las creaciones del Estridentismo, como fue el jazz-danzón. Además de conocer grabados y pinturas de Leopoldo Méndez, Jean Charlot, Roberto Montenegro, y Ramón Alba de la Canal, entre otros artistas gráficos.
En aquellos años estudiantiles, yo visitaba constantemente el taller de Ramón Alba de la Canal, uno de los sobrevivientes del Estridentismo. En cierta ocasión, apareció la figura alta y de piel rosada de Germán List Arzubide. Al lado del cuerpo pequeño de Ramón Alba de la Canal, el autor del libro El estridentismo, resultaba como un gigante. Los comparé con David y Goliat, a quienes imaginé que intentaban enfrentarse en un duelo literario, que les permitiera a los dos comenzar a recordar fragmentos de pasajes y actos culturales realizados en la capital veracruzana.
En aquellos años de efervescencia literaria, planeaban construir una estatua de Manuel Maples Arce, en pleno centro de Xalapa. Años más tarde, luego de la desaparición física de los últimos sobrevivientes estridentistas, se cumplió el proyecto. En pleno centro de la ciudad, inauguraron un torso de bronce con el rostro del poeta de Papantla. Pero casi de inmediato, el busto de Manuel Maples Arce, fue robado, y hasta la fecha en su lugar permanece una enorme caja metálica, en donde se esconde un transformador de la Comisión Federal de Electricidad, como verdadera expresión y ejemplo de la propuesta estridentista.
Andamios interiores
Con nuestras aportaciones realizadas en fichas bibliográficas y resúmenes de lectura, Luis Mario Schneider publicó años más tarde los libros El estridentismo o una literatura de la estrategia, Instituto nacional de Bellas Artes, 1970, y El estridentismo, México 1921-1927, UNAM 1985. En sus páginas estudió y recopiló una fundamental antología de las voces esenciales del movimiento literario más valioso fuera de la capital mexicana en aquellos años. Desde los números de Actual, con los manifiestos hasta la ubicación de textos narrativos, poéticos y de ensayo.
Hay que señalar que el compatriota de Luís Mario Schneider, Jorge Luís Borges, en 1925, hizo una lectura crítica del libro Andamios interiores, el cual Manuel Maples Arce dio a conocer en 1922. Sin duda alguna, este fragmento de Inquisiciones (Editorial Seix Barral, Biblioteca Breve, México, 1994), demostró la inteligencia del autor de El Aleph. Vale la pena volver a revisarlo para darse cuenta del impacto que tuvo el Estridentismo, en aquel periodo, de la vida literaria de América Latina y de España.
En primer lugar, Jorge Luis Borges reconoció cierta, o más bien alguna admiración por Manuel Maples Arce. Por lo tanto, dicho esto consideró indispensable llevar a cabo una crítica sobre el libro Andamios interiores. Entre las acotaciones señaló la variedad de sensaciones logradas, por ejemplo: “En el piano automático / Se va haciendo la noche… Un incendio de aplausos consume las / lunetas… Yo soy un punto muerto en medio de la / hora / equidistante al grito náufrago de una / estrella”. Jorge Luis Borges entonces recordó la rejuvenecida metáfora de Quevedo que dijo a las estrellas: “Vosotras de la sombra voz ardiente”.
Sin embargo, en nuestros días todavía, el Estridentismo no ha provocado le erupción del Popocatépetl, tampoco desbandar a los totoles académicos, y menos urbanizar los gallineros literarios, o construir nuestros propios andamios interiores. Fue un movimiento artístico interdisciplinario que se inició el 31 de diciembre de 1921 en la ciudad de México, tras el lanzamiento del manifiesto Actual Nº1 por Manuel Maples Arce. Participaron Arqueles Vela, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Germán Cueto, Ramón Alva de la Canal y Leopoldo Méndez, quienes constituirían el grupo estridentista.
En 1925, se establecieron en Xalapa, donde realizaron una gran labor editorial, cultural y educativa bajo los auspicios del gobernador de Veracruz Heriberto Jara, hasta que éste fue depuesto y el grupo se disolvió, en 1927. Como ya se advirtió el Estridentismo enlazaba algunas propuestas del futurismo de Marinetti, con la irreverencia Dadá, y la rebeldía de Mayakovsky. Entre sus revistas, destacaron Ser (1922), Irradiador (1923), Semáforo (1924) y Horizonte (1926-1927).
La presencia vital del grupo Estridentista en la capital veracruzana, representó el impulso creativo de inventar la Atenas, ciudad a donde llevaron el escenario del Café de nadie, las tertulias literarias, y el amor por las ediciones de libros y revistas. La glorificación dramática de inventar otra estética, después del movimiento armado de 1910. Demostrar la sátira y el humor de los lemas extraordinarios desprendidos de sus manifiestos. “¡Viva el mole de Guajolote! ¡Chopin a la silla eléctrica!, o ¡Muera el cura Hidalgo!”. El proyecto de glorificar el espectáculo de la Revolución mexicana, llevar lo cotidiano hacia el espacio de la creación literaria, y ensayar alternativas en las artes plásticas, literatura, o música, en las cuales irradiaron algunas tendencias artísticas fuera de los localismos y fronteras del horizonte hispanoamericano.
Desde hace varios años, tuve el proyecto de escribir una serie de retratos en donde pudiera haber hecho la descripción de algunas personalidades literarias que conocí durante el desarrollo de mi existencia. Desde luego, mi propuesta sólo intentaba dejar constancia y tributo sobre algunos de mis maestros más significativos que acompañaron mis años de aprendizaje. Etapa que todavía prosigue hasta que aparezca el instante de extraviarme en los rincones de la memoria, cuando las palabras se escondan detrás de las montañas de libros y revistas.
Por lo tanto, en esta ocasión voy a referirme, con bastante brevedad, sobre un destacado amigo y fuente de inspiración; desaparecido físicamente, pero presente con nosotros a través de la lectura de sus trascendentales investigaciones literarias y enseñanzas sobre el inmenso placer de la literatura. Con el respaldo de Luís Mario Schneider, se abrió la oportunidad de consolidar la compañía de un formidable grupo de la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana. Para mi resultó todo un acontecimiento conocerlo y admirar su elegante figura, el tono argentino en sus conversaciones, y su profundo amor por la literatura. Recuerdo el entusiasmo que inculcó en las aulas universitarias, y principalmente en las reuniones que se prolongaban horas después en su casa de la capital veracruzana. Por supuesto, quedé asombrado por su conocimiento de las letras de Veracruz. Luís Mario Schneider ya había realizado la búsqueda de las obras completas de nuestro poeta veracruzano Jorge Cuesta, al lado de Miguel Capistrán.
No obstante, comenzó a mostrarnos la importancia de leer la literatura realizada por los cronistas, quienes dejaron constancia del descubrimiento, conquista y choque entre dos culturas diferentes. Luego encabezó el deslumbramiento hacia los valores de la literatura mexicana del XIX, posteriormente abarcó un examen crítico con el estudio de las principales aportaciones, que hizo la novela de la Revolución mexicana. Creo que fueron los cimientos de una metodología y la construcción de un marco teórico sobre las profundidades en el conocimiento de las letras mexicanas.
Un acontecimiento importante
Al mismo tiempo, Luís Mario Schneider organizó una serie de actividades culturales para enseñarnos a leer ante el público. Un recital inolvidable fue el que bajo su dirección, estuvo dedicado a la poesía prehispánica y surrealista, lo cual abrió mi pensamiento en dirección a otros rumbos de la fantasía, la estética y la creación literaria. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Esto lo representó un acontecimiento importante.
Un día en el salón de clases, Luis Mario Schneider comenzó a ofrecernos las posibilidades en el proyecto de estudiar y leer las obras de Rubén Darío. La presencia del creador del Modernismo en tierras veracruzanas, rindió sus frutos con la ubicación de algunas fotografías, como simples recuerdos de su visita a Teocelo y Xalapa. De la capital veracruzana pudieron rescatarse algunos recibos de hoteles y bares, en donde Rubén Darío estampaba su firma que luego iban a cobrarse a la tesorería del Estado.
Posteriormente, vino a informarnos sobre le existencia del movimiento Estridentista, en la capital veracruzana. Fue el descubrimiento, que advirtió una mina de oro de las letras mexicanas. Por lo tanto organizó al grupo de sus estudiantes para que, en primer lugar, hicieran las fichas correspondientes de los libros y documentos, que entonces conservaba el archivo de la editora de Gobierno del Estado de Veracruz. Espacio cultural que aparte de realizar publicaciones oficiales, también editaba obras literarias, y donde hicieron los libros y revistas estridentistas. A mí me tocó hurgar en algunos números y las paginas de la revista Horizonte. Por primera vez leí fascinado un cuento de Antón Chéjov, traducido especialmente para dicha publicación, que tenía el subtitulo de “Revista de actividad contemporánea”. En verdad, fueron contemporáneos de los movimientos literarios a nivel mundial.
Manuel Maple Arces reunió en Xalapa a este puñado de precursores de las letras nacionales, continuadores, cultivadores y promotores del futurismo italiano, y al mismo tiempo de la visión literaria de Vladimir Mayakovsky. Fueron asombrosos sus proyectos que intentaron mostrar el rostro estético del movimiento intelectual posterior a la Revolución mexicana. Indiscutiblemente, fue increíble para mí en aquella parte lejana de mi juventud, el poder tener en mis manos libros, manifiestos, y hasta partituras musicales de otra de las creaciones del Estridentismo, como fue el jazz-danzón. Además de conocer grabados y pinturas de Leopoldo Méndez, Jean Charlot, Roberto Montenegro, y Ramón Alba de la Canal, entre otros artistas gráficos.
En aquellos años estudiantiles, yo visitaba constantemente el taller de Ramón Alba de la Canal, uno de los sobrevivientes del Estridentismo. En cierta ocasión, apareció la figura alta y de piel rosada de Germán List Arzubide. Al lado del cuerpo pequeño de Ramón Alba de la Canal, el autor del libro El estridentismo, resultaba como un gigante. Los comparé con David y Goliat, a quienes imaginé que intentaban enfrentarse en un duelo literario, que les permitiera a los dos comenzar a recordar fragmentos de pasajes y actos culturales realizados en la capital veracruzana.
En aquellos años de efervescencia literaria, planeaban construir una estatua de Manuel Maples Arce, en pleno centro de Xalapa. Años más tarde, luego de la desaparición física de los últimos sobrevivientes estridentistas, se cumplió el proyecto. En pleno centro de la ciudad, inauguraron un torso de bronce con el rostro del poeta de Papantla. Pero casi de inmediato, el busto de Manuel Maples Arce, fue robado, y hasta la fecha en su lugar permanece una enorme caja metálica, en donde se esconde un transformador de la Comisión Federal de Electricidad, como verdadera expresión y ejemplo de la propuesta estridentista.
Andamios interiores
Con nuestras aportaciones realizadas en fichas bibliográficas y resúmenes de lectura, Luis Mario Schneider publicó años más tarde los libros El estridentismo o una literatura de la estrategia, Instituto nacional de Bellas Artes, 1970, y El estridentismo, México 1921-1927, UNAM 1985. En sus páginas estudió y recopiló una fundamental antología de las voces esenciales del movimiento literario más valioso fuera de la capital mexicana en aquellos años. Desde los números de Actual, con los manifiestos hasta la ubicación de textos narrativos, poéticos y de ensayo.
Hay que señalar que el compatriota de Luís Mario Schneider, Jorge Luís Borges, en 1925, hizo una lectura crítica del libro Andamios interiores, el cual Manuel Maples Arce dio a conocer en 1922. Sin duda alguna, este fragmento de Inquisiciones (Editorial Seix Barral, Biblioteca Breve, México, 1994), demostró la inteligencia del autor de El Aleph. Vale la pena volver a revisarlo para darse cuenta del impacto que tuvo el Estridentismo, en aquel periodo, de la vida literaria de América Latina y de España.
En primer lugar, Jorge Luis Borges reconoció cierta, o más bien alguna admiración por Manuel Maples Arce. Por lo tanto, dicho esto consideró indispensable llevar a cabo una crítica sobre el libro Andamios interiores. Entre las acotaciones señaló la variedad de sensaciones logradas, por ejemplo: “En el piano automático / Se va haciendo la noche… Un incendio de aplausos consume las / lunetas… Yo soy un punto muerto en medio de la / hora / equidistante al grito náufrago de una / estrella”. Jorge Luis Borges entonces recordó la rejuvenecida metáfora de Quevedo que dijo a las estrellas: “Vosotras de la sombra voz ardiente”.
Sin embargo, en nuestros días todavía, el Estridentismo no ha provocado le erupción del Popocatépetl, tampoco desbandar a los totoles académicos, y menos urbanizar los gallineros literarios, o construir nuestros propios andamios interiores. Fue un movimiento artístico interdisciplinario que se inició el 31 de diciembre de 1921 en la ciudad de México, tras el lanzamiento del manifiesto Actual Nº1 por Manuel Maples Arce. Participaron Arqueles Vela, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Germán Cueto, Ramón Alva de la Canal y Leopoldo Méndez, quienes constituirían el grupo estridentista.
En 1925, se establecieron en Xalapa, donde realizaron una gran labor editorial, cultural y educativa bajo los auspicios del gobernador de Veracruz Heriberto Jara, hasta que éste fue depuesto y el grupo se disolvió, en 1927. Como ya se advirtió el Estridentismo enlazaba algunas propuestas del futurismo de Marinetti, con la irreverencia Dadá, y la rebeldía de Mayakovsky. Entre sus revistas, destacaron Ser (1922), Irradiador (1923), Semáforo (1924) y Horizonte (1926-1927).
La presencia vital del grupo Estridentista en la capital veracruzana, representó el impulso creativo de inventar la Atenas, ciudad a donde llevaron el escenario del Café de nadie, las tertulias literarias, y el amor por las ediciones de libros y revistas. La glorificación dramática de inventar otra estética, después del movimiento armado de 1910. Demostrar la sátira y el humor de los lemas extraordinarios desprendidos de sus manifiestos. “¡Viva el mole de Guajolote! ¡Chopin a la silla eléctrica!, o ¡Muera el cura Hidalgo!”. El proyecto de glorificar el espectáculo de la Revolución mexicana, llevar lo cotidiano hacia el espacio de la creación literaria, y ensayar alternativas en las artes plásticas, literatura, o música, en las cuales irradiaron algunas tendencias artísticas fuera de los localismos y fronteras del horizonte hispanoamericano.
2 comentarios:
Es maravilloso cómo con el paso de los años el estridentismo va cobrando la importancia que en realidad ha tenido para la literatura mexicana. Yo me encuentro haciendo ahora una tesis de licenciatura acerca de Salvador Gallardo y su participación dentro del movimiento actualista, es así como llegué hasta este blog. Qué agradable sorpresa encontrar cada vez más personas interesadas en revalorar a estos locos artistas que intentaron renovar todo el arte.
Oye.. tienes textos relevantes acerca de la vanguardia mexicana y sobre todo del movimiento estridentista vs contemporaneos?
Soy un estudiante chileno,me he devorado el internet y no ha sido muucho lo que he encntrado..
Proyecto una tesis de Maestria en este tema, intentando dilucidar los problemas de la vanguardia especialmente en este pais.
Saludos cordiales
Ignacio
mail: ignacioide@gmail.com
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