jueves, 9 de noviembre de 2017

Luis Arturo Ramos: compañero de viaje






Luis Arturo Ramos nació en Minatitlán, Ver., 1947. Estudio Letras Españolas en la Universidad Veracruzana. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores 1972-73. Ha publicado cuentos y ensayos en suplementos   y revistas del país y del extranjero; incluido en varias antologías de relatos y recomendado para su publicación por el jurado del Premio Casa de las Américas en 1974. Libros de relatos: Del tiempo y otros lugares y Los viejos asesinos. Novelas: Violeta Perú, (que resultó seleccionada por el jurado del premio INBA-Colima como la mejor novela publicada en 1980) Intramuros, 1983, y Domingo junto al paisaje, (1987), La casa del ahorcado, (1993), La Mujer Que Quiso Ser Dios, (2000), Este era un gato, (1988), Ricochet, o, Los derechos de autor, (2007), Los argentinos no existen (2005), Mickey y sus amigos, (2010). También incursionó en el relato infantil con los libros Zilli el unicornio (1980). La noche que desapareció la luna (1986). Ensayos: Direcciones y digresiones: crónicas de libreta, (2010), Crónicas desde el país vecino, (1998),
En la “Aproximación a Luis Arturo Ramos”, entrevista realizada por Juan B. Zilli y Guillermo Villar, Cosmos, No. 16 julio 1975, sobre los cimientos de su trabajo literario aceptó: “Fui sometido a una crítica tremenda que me afectaba incluso la salud. Pero aguanté.  Un fogueo duro ¡Críticas de Juan Rulfo!: Creo que me metieron mucho miedo.  Salvador Elizondo no escatimaba elogio ni vituperio y se podía dialogar con él. De todos modos eso fue una gran experiencia. “
María Guadalupe Flores Grajales editó en 2011: Hacia  una  poética  de  la  desolación:  “La  construcción  del  sujeto femenino  en las  novelas de Luis Arturo  Ramos”.  Vicente Francisco Torres escribió en la selección y nota introductoria de Material de lectura, Cuento contemporáneo: “Con Intramuros (Universidad Veracruzana, 1983), Luis Arturo Ramos se lanzó a la novela extensa y de personajes.” En la Editorial Amate, 1979; ofrecí a Luis Arturo Ramos la aparición de su libro Del tiempo y otros lugares. Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas 1989, por Melomanías: la ritualización del universo. Una lectura de la obra de Juan Vicente Melo.
La Revista Bellas Artes, No. 4, en 1982, con las reflexiones de Juan Rulfo “Una verdad aparente”, definió su escritura: “Todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.” Juan Rulfo concluyó: “se trabaja con imaginación, intuición y una verdad aparente; cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer. Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiera contar”. Luis Arturo Ramos en su 70 aniversario prosigue, asediado por las enseñanzas magistrales de Sergio Galindo Márquez y el inolvidable Juan Vicente Melo, en la aventura de la creación literaria.
Ofreció  textos de lectura infantil, por ejemplo Cuentiario, con el personaje Unicornio. Luis Arturo Ramos en sus líneas de presentación advirtió a los lectores: “Necesitamos inventar y Zili  es producto  de esa necesidad. Por su parte Telésforo es habitante de todos los países y vive en casi todos los momentos   de nuestra vida. Pero no por eso debe quedarse como está.  De nosotros   depende ponerle cara y nombre e inventarle historias.  Aquí,   en este  libro, sólo aparece una  de ellas.”
Prosiguió con sus recomendaciones: “La máquina   y el   personaje   fantástico son dos extremos   de nuestra   imaginación.  Y ésta una estrella de tantas puntas como tú desees que tenga. Cuando   leas estas historias    darás voz  a Zili  y a Telésforo.   Los harás caminar   por las páginas   del libro y podrás hacer que   sigan    caminando   mucho después de que  hayas terminado.   Zili   y Telésforo, fantástico  uno y cotidiano    el   otro,   coinciden en las  páginas   de  este  libro   y  me  gustaría   que  lo hicieran  más adelante   en los muchos  libros  de tu imaginación.
Ahora   todo   depende   de ti.  Yo  me  conformo con  que  después  de leer este  Cuentiario,  puedas ver en cualquier  cuadrúpedo  la  posibilidad de un unicornio,  y en  todo  teléfono     la  cercanía    de esa otra  voz que  nos habla  desde  el  fondo  de nuestro silencio. Espero cumplir...”
Mario Muñoz en la nota de Recuento de cuentos veracruzanos; 1991,  comenzó por la ubicación de Luis Arturo Ramos: “Pertenece a la generación que  la crítica  ha denominado  narradores de  fin de  siglo  y en  la  que  destacan   nombres  como   los  de  Jesús Gardea,  Hernán Lar a Zavala,  Severino  Salazar y  Luis Zapata,   entre otros.  Su obra  ha merecido   la atención  de los críticos  dentro  y fuera del  país por la solidez que hay en ella desde los primeros  cuentos  que reúne  en  1974 en una  plaqueta titulada  Siete veces el sueño, Desde muy joven comenzó a publicar ficción y reseñas en la página cultural de La Nación y en el suplemento El Tianguis de la Cultura de El Dictamen. Ya como alumno  de la Facultad de Letras Españolas de la  Universidad  Veracruzana,  participa  en  la revista Juglar y colabora  en publicaciones  culturales  de Xalapa  como El  Gato y Cosmos. En 1972 es becario del Centro Mexicano de Escritores, y en 1976 obtiene la licenciatura con la tesis "Lo grotesco en dos textos de José Revueltas". Ese mismo año viaja a San Antonio, Texas, para impartir cursos de literatura mexicana e hispanoamericana   en la Escuela de Extensión dependiente de la UNAM. En 1979 ingresa como docente en la Facultad de Letras Españolas y en la de Idiomas, donde permanece hasta 1985. Al año siguiente la Universidad de Missouri lo invita en calidad de maestro y escritor residente.”
Sobre su proyecto literario, Mario Muñoz advirtió acerca de: “Dentro de  la variedad   de  temas   que  abarca   la  narrativa  de Arturo   Ramos,   el de las oposiciones es quizás  el que  aparece mayor  frecuencia  por la diversidad  de términos   que  se contraponen y por  el amplio  registro   de significados   que  entran   en juego. Estas unidades  sémicas   sufren  revestimientos    formales  en el desarrollo de este sistema,  pero  básicamente   entrañan   una polaridad   cuyos enunciados  oscilan  entre  lo real  y lo imaginario,    el sueño  y la vigilia, pasado  y el presente,   la inocencia  y la contaminación,    el grupo  y el individuo,   la  tierra   natal   y el  exilio,  la juventud y la vejez...  Sin embargo,   esta relación  de contrarios   no es una mecánica  simplificación   de  la  realidad    literaria    como   lo  planteaba  el  tendencioso maniqueísmo   romántico   en la tradición  de la narrativa   mexicana  del siglo  XIX,   y que  lo  ha  explotado    hasta   la  saciedad    la  televisión comercial   a través  de las telenovelas.   En Luis Arturo   la propuesta   es dialéctica  y crítica  en la medida  en que estas  unidades se interpenetran  para  complementar   y enriquecer   sus respectivos   significados,  y provocar  así la  sensación  de  ambigüedad  que  es  la señal  más persistente   de  la  literatura   contemporánea.”
En el número 16 de la revista Cultura de VeracruZ, correspondiente a febrero 2007. Luis Arturo Ramos colaboró en la muestra, “Narradores Veracruzanos”, con su relato “La muchacha y su patrona”, donde describe los laberintos del drama de la soledad. Este texto fue incluido en su volumen Cuentos (casi) completos, que el IVEC editó en el 2004. La escritura sorprendente de Luis Arturo Ramos navega en el ámbito de la calidad al balancear la realidad con las fantasías de los seres humanos. Sin embargo, la parte trágica de las relaciones humanas brota en las líneas finales de este interesante relato.
En 1987, Luis Arturo Ramos me obsequió un ejemplar de Domingo junto al paisaje. Lo ubiqué, después de tres décadas entre los anaqueles de mi biblioteca. Mi sorpresa fue el descubrimiento de las letras con su mano y letra: “Para Raúl Hernández, compañero de viaje y de trifulcas”. Luego de tantos años reflexioné sobre este enigma que debería aclarar al leerlo por primera vez. Recordé que en el siglo XX, nuestro entonces editor Marco Antonio Jiménez Higueras organizó una presentación en la ciudad de México, de las recientes obras de Leega Literaria. Un evento divertido porque yo me hice pasar por Marco Tulio Aguilera Garramuño, se presentó como si fuera Luis Arturo Ramos, quien concluyó la velada literaria con la descripción de un autor que siempre se escondió lejos de las luces del reconocimiento, un compañero del viaje literario.
  

No hay comentarios: